Un día, como cualquier
otro, le hice una pregunta a Esther, una
mujer gallega de 80 años de edad, maestra de profesión durante 40 años, con
cinco hijos y un marido adorable que viene a recogerla al Centro de Día todas
las tardes; Esther parecía no escuchar mi pregunta, su mirada parecía perdida,
cómo si ya no le importara nada, yo me mantenía paciente, a su lado, sin
esperar nada y esperándolo todo…, y de
pronto, sin necesidad de repetir la pregunta, ella levanto su mirada y me clavó
sus grandes ojos color chocolate, en ese instante tan vivos como los de una
chiquilla que acaba de descubrir algo nuevo;
Esther, pregunté “¿qué debemos
hacer cuando un niño se pone rebelde?”, en un
instante se tornó tan lúcida como una luciérnaga, y con una voz clara y sonante,
Esther respondió… “AFECTO”… ¿Afecto, Esther?, pregunte, ¿Y si son muy rebeldes…? “Son
rebeldes porque no tienen afecto”, contestó, “AFECTO” repitió…después agachó su cabeza y volvió a sumir su mente
en un lago de espacios blancos. Esther padece Alzheimer en estadio moderado y,
en ocasiones muestra la lucidez de una sabiduría superior…
Estimularles y saber
esperar esos momentos, no olvidarnos de ellos, recibir todo lo que las personas
con Alzheimer nos dan, darles apoyo psico-emocional, paciencia, amor, cariño y respeto, ayuda a que su satisfacción y bienestar no se
vean mermados, si bien sus necesidades y prioridades han cambiado.
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